Diario de Valladolid

¿Por qué el asesino no se deshizo del teléfono de Esther López?

El terminal de la víctima apareció intacto a los pies del cadáver en la carretera de entrada a Traspinedo, mientras los investigadores defienden que el principal sospechoso trató de ocultar algunos de sus movimientos cuando Esther ya habría muerto poniendo su teléfono en modo avión o dejándolo en casa

Cuneta en la que apareció el cuerpo de Esther López. | E. M.

Cuneta en la que apareció el cuerpo de Esther López. | E. M.

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A. R. | VALLADOLID
Valladolid

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Demasiadas incógnitas acechan todavía al caso Esther López. Demasiadas incertidumbres entre un manojo de sospechas que ponen el foco de la investigación en Oscar S., el amigo de la infortunada joven, que fue el último en verla con vida, antes de bajarse ella del coche del investigado en el acceso a la urbanización El Romeral de Traspinedo.

Sin embargo, hay una pregunta que brota con fuerza de lo que se conoce del sumario: ¿Por qué el asesino, en el caso de que fuera asesinada, no se deshizo del teléfono de Esther? El terminal, un Xiaomi Remdi 6 Pro, prestado por un amigo a la chica hacía unos meses, según recoge el informe preliminar de la UCO que consta en el sumario, apareció intacto y sin manipular, a los pies del cadáver el 5 de febrero a las 10.20 horas, cuando un salmantino encontró el cuerpo en la curva del punto kilométrico 0.800 de la carretera vp-2303 que une el entronque de la N-122, donde está el bar La Maña, con Traspinedo.

Si Oscar S. trató de borrar el rastro de dos viajes que hizo el 13 de enero, una por la mañana y otra, cuando Esther ya estaba muerta, activando el modo avión en uno de los casos y dejando su terminal el casa en el segundo, tal y como defiende la Guardia Civil, ¿cómo fue tan torpe y descuidado de dejar el teléfono de la víctima junto a su cadáver en el supuesto caso que fuese él el que trasladara allí el cadáver tal y como sostienen los investigadores? Esa es una de las preguntas que no se hace la investigación, y que debería hacerse, tal y como explica una fuente judicial experta en complejas instrucciones de casos criminales a este periódico tras analizar el informe. “No parece muy lógico que si alguien participó en la muerte de Esther y dejó allí el cadáver no se deshiciera del teléfono , que como se puede ver en la investigación es la prueba más contundente de que la víctima estuvo en el entorno de casa de Óscar, o en su misma casa, aquella madrugada, desmontando la tesis de Óscar”, explica esa misma fuente a este periódico tras analizar parte del sumario. “Lo normal en una conducta criminal es borrar todo rastro, y los teléfonos, hoy lo sabemos todos, dejan mucho”.

El Xiaomi de Esther, de segunda mano, que estaba vinculado a la cuenta de correo del amigo que se lo regaló unos meses antes, guardaba todos los registros de aquella noche. Conexiones wifi, enlaces a antenas, mensajes, llamadas… Las tres últimas de su madre en un periodo de 59 minutos entre la primera, a las 05.31 de la madrugada, y la tercera, a las 06:30. No hubo respuesta, pero el teléfono estaba conectado. No se apagó hasta más de seis horas después. El teléfono es la gran baza hasta ahora de la investigación para tratar de acorralar a Óscar en su a veces olvidadizo y a veces impreciso relato de que hizo tras dejar a Esther en la carretera de acceso a la urbanización donde el investigado tiene un chalé familiar.

De lo que no hay duda es de que el móvil de Esther, con ella o sin ella, deambuló hasta primeras horas de la madrugada por la zona, en un diámetro que llega a alcanzar los cuatro kilómetros. Aunque hay la certeza a que a las 03:26 estuvo junto a la casa de Óscar, en la calle Uno de la urbanización, a 48 metros de la vivienda, aunque el margen de error permitiría ubicar el terminal en el interior del chalé. De eso no hay duda. Lo constata la wifi de un vecino que recoge Google y que ponen de relieve los investigadores.

De los viajes de Óscar aquella jornada a Traspinedo hay constancia por el navegador de su vehículo, el famoso T-Rock gris que está siendo inspeccionado a fondo. Incluso se ha solicitado una orden internacional para que la marca, con sede en Alemania, ofrezca más datos de los obtenidos hasta ahora por los especialistas de la Guardia Civil. La jueza está a la espera de que lleguen esos análisis para ver si pueden concluir algo o sólo arrojan más incertidumbre a un caso que va camino de ser interminable mientas Traspinedo se empieza convertir en un infierno de convivencia entre quienes no dudan de que Óscar es el autor de la muerte de Esther y los que sostienen su inocencia mientras no se demuestre lo contrario. “El clima en el pueblo empieza a ser irrespirable”, confiesa un edil a este periódico.

Hay otra duda enorme que no se despeja en el informe de la Benemérita. ¿Dónde se perdió el rastro del teléfono de Esther? ¿Dónde dejó de emitir por última vez? Lo hizo poco antes de la una del mediodía. ¿Pero dónde? Un aspecto crucial. En el folio 22 del informe señala: “Se ha obtenido la existencia de varios dispositivos vinculados a la citada cuent a, discriminándose los posicionamientos vinculados a cada uno de los terminales telefónicos, obteniéndose que en relación al dispositivo Xiaomi Redmi Note 6 Pro del que era usuaria la víctima, ha realizado información al servicio de Google hasta instantes anteriores a las 12.56 horas (GTM+1), del día13 de enero de 2022, último posicionamiento emitido por el terminal. La pregunta sigue siendo ¿dónde?  Si es que hay respuesta o esta forma parte de uno de los 18 “acontecimientos” que están sin desclasificar de los más de 600 que conforman el sumario que sigue el Juzgado de Instrucción Número 5 de Valladolid.

El abrigo de Esther presentaba “tres roturas compatibles con desgarros y en su superficie no se localizan restos de pintura que pudieran pertenecer a un vehículo”. En la ropa de la joven no apareció ningún resto de pintura. De hecho, en los 20 folios de pormenorizada autopsia, no hay ni una sola evidencia del atropello. Es la conclusión a la que llegan los forenses a la vista de las lesiones internas en cadera, tronco y cabeza que presentaba la fallecida. Y que apareció junto a una curva en la carretera, por eso la Guardia Civil hizo las pruebas periciales en el trazado viario junto al que apareció el cuerpo. Esas pruebas no han podido determinar si en ese lugar se produjo un atropello. Los forenses tienen claro que el cuerpo estuvo allí los 23 días sin que el espectacular operativo de búsqueda lo encontrara, apenas a 600 metros de donde desapareció y a doscientos de donde partieron las batidas. Y los forenses añaden que si el cuerpo fue cambiado de sitio tuvo que ser en las horas posteriores a las lesiones, que no fueron mortales. Quiere decir que el cuerpo, de valer la hipótesis del cambio, tuvo que ser arrojado a plena luz del día en un lugar rodeado de viviendas y con un tránsito habitual de vehículos.

Hay otro elemento desconcertante. Lo recoge el informe de 54 folios que fue enviado por la Guardia Civil a la juez que instruye el caso el 4 de abril. El Departamento de Medio Ambiente elabora un informe en el que concluye que “no es posible relacionar las rocas adheridas a la ropa que vestía el cadáver de la víctima con las rocas de la zona del hallazgo del cadáver. Página dos, párrafo segundo del informe preliminar de la benemérita. Es decir, más incógnitas y menos certezas.

El puzle del caso Esther López es enormemente complejo. Hay lo que los investigadores llaman “más que sospechas”, pero no hay certidumbres irrefutables. Y lo que no hay, ni mucho menos, es constancia de dónde estuvo Esther aquella madrugada, si alguien la mató, si alguien traslado su cuerpo, si fue atropellada, si sufrió una caída, si fue golpeada, si su cuerpo estuvo siempre en la cuneta donde fue encontrada. La investigación sigue abierta. Las sospechas recaen sobre Óscar a la que la instructora dejó en libertad sin cargos tras 45 minutos de declaración judicial realizada dos meses después de que la investigación se centrara en él, una vez descartado Ramón G. alias El Manitas, que fue detenido e inspeccionada su casa tras asegurar que había hablado con Esther el domingo 16 de enero, cuando ya estaba muerta.

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